Cafetería Florida: 7 am

29 de octubre de 2009 |

Ubicada sobre la carrera séptima, la cafetería Florida continúa ofreciendo a sus clientes el tradicional pan y chocolate artesanal, por los que se hizo famoso hace más de 75 años. Aunque un lugar abierto y sin puerta que atravesar, la cafetería recibe calidamente a todo visitante que quiera ingresar. Nos da la bienvenida un lugar que indudablemente ha avanzado con el tiempo, pero sin embargo sigue siendo el mismo lugar tradicional de siempre. En donde el encanto de exponer fotos de la candelaria sobre la pared y de Bogotá hace unos años, hace recordar que este lugar sigue siendo el mismo.

Se entra y lo primero que captura la vista es una basta exhibición de todos los postres y reposterías, que sin duda dejaría sin palabras a todo aquel amante del dulce. No hay como ignorar estas extensas vitrinas que invitan a que el nuevo cliente se detenga un minuto a observar todo lo que hay para ofrecer. Si está de afán, ahí mismo, con todo lo que hay que saber a la vista, se puede ordenar si ningún problema para llevar.

Pero si tiene tiempo, no se puede dudar ni un solo instante y es mejor entrar un poco más y con calma escoger la mesa que más le apetece. Alineadas las mesas en un local más largo que ancho, que hace parecer como si las mesas nunca se terminaran. Los diferentes asistentes se van regando a través del corredor y se sitúan distantes de los otros grupos, prefiriendo más que todo las mesas junto a la pared. Tal vez, trae un poco más de privacidad o solo es un acto inconsciente del personal. Solos o acompañados, los bogotanos se sientan con calma a comenzar la mañana con una buena taza de chocolate, pan y muchas veces aquellos que urgen de la proteína en la mañana, lo acompañan con huevos revueltos en cacerola.


Distante de la congestión citadina, la cafetería aísla la vibración de la ciudad y es posible sumergirse en una meditación mañanera, que no requiere propiamente de un silencio celestial, pues es posible escuchar levemente las palabras de los clientes y los ruidos producidos en la cocina, pero que sin embargo no incomodan. Si no es la posibilidad de adentrarse en una calma que permite que aquellos que visitan el lugar individualmente se puedan sumergir en las noticias del periódico, y aquellos acompañados que se entretienen en una conversación grupal son escasamente interrumpidos por lo sucedido alrededor.



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