Ubicada sobre la carrera séptima, la cafetería Florida continúa ofreciendo a sus clientes el tradicional pan y chocolate artesanal, por los que se hizo famoso hace más de 75 años. Aunque un lugar abierto y sin puerta que atravesar, la cafetería recibe calidamente a todo visitante que quiera ingresar. Nos da la bienvenida un lugar que indudablemente ha avanzado con el tiempo, pero sin embargo sigue siendo el mismo lugar tradicional de siempre. En donde el encanto de exponer fotos de la candelaria sobre la pared y de Bogotá hace unos años, hace recordar que este lugar sigue siendo el mismo.
Distante de la congestión citadina, la cafetería aísla la vibración de la ciudad y es posible sumergirse en una meditación mañanera, que no requiere propiamente de un silencio celestial, pues es posible escuchar levemente las palabras de los clientes y los ruidos producidos en la cocina, pero que sin embargo no incomodan. Si no es la posibilidad de adentrarse en una calma que permite que aquellos que visitan el lugar individualmente se puedan sumergir en las noticias del periódico, y aquellos acompañados que se entretienen en una conversación grupal son escasamente interrumpidos por lo sucedido alrededor.
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