Cuando existe la oportunidad de salirse de la cotidianidad y de la rutina, toca cruzar a través de una puerta, una ventana, tal vez una idea. Toca atreverse a cruzar al otro lado para pentender que muchos mas por ver y explorar. Bogotá y todos sus rincones siempre han estado presentes, sin embargo no todos somos conscientes de que existe y a veces solo es necesario que nos lo insinúen para poder conocerlo. Por eso, pensamos que aquellos rincones, como lo son el Café Pasaje, el Café San Moritz, La Puerta Falsa, la Cafetería Florida, Salerno y Yanuba, que vivos para unas personas, pero olvidados para otras deben permanecer conocidos por todos los habitantes de Bogotá.
A través de una campaña publicitaria, fuera de lo convencional, en donde se utilizaran las calles mismas para hablar de aquellos lugares, en donde se intenta dar a conocer la esencia bogotana. Insinuando palabras que reflejan el aura misma de los lugares, esperando cautivar a las personas que se acercaran valientes a un lugar nuevo y dejarán sus rutinas para explorar los desconocido.
Se utilizarán datos curiosos de los cafés y también frases típicas conocidas por muchos bogotanos que recordarán aquellas épocas en que la moda del café comenzó, pero que nunca se ha perdido, pues su esencia une a las personas. Así mismo, estas palabras estarán acompañadas de imágenes para crear un vínculo, tal vez una conversación, entre el cartel y el espectador.
Los carteles que serán vistos en diferente puntos de Bogotá la semana de Noviembre 23 a 27 son los siguientes:







Yanuba es el único lugar de estos que tiene diferentes sucursales. Este lugar nace en el 47, como salón de té. Su popularidad fue creciendo y así mismo los diferentes servicios que hoy en día ofrecen, como restaurante y pastelería y bizcochería. Su fama se debe a sus recetas caseras danesas y al servicio caluroso que estos sitios han ofrecido siempre.
Domingo a las 3:30pm.
Nos dirigíamos a este lugar con mucha expectativa de lo que íbamos encontrar, la particularidad que lo diferenciara de los otros, ese elemento que nos permitiera sentir mas cómodas y a gusto, o en tal caso también estábamos preparadas para que nos generara sentimientos de inconformidad. Al primera sensación que se genera al entrar se define en una palabra: familiaridad. Toda la experiencia con este lugar se resume en esa palabra. El servicio caluroso de las señoras que atienden, acompañado por su particular vestimenta genera un ambiente particular en el lugar. Al igual que su vestimenta particular, la decoración del lugar corresponde al ambiente Danés se intenta recrear desde su fundación. En este sentido su esencia se ha mantenido todo estos años y a través de estos ha ido creciendo y enriqueciéndose de nuevas experiencias y vivencias de sus clientes. La personas que atienden a este lugar son, según sus trabajadores, constantes y fieles.
En cuanto al lugar fue muy importante notar la forma en como el espacio esta distribuido, ya que se encuentra dividido en dos partes: el restaurante y la pastelería y bizcochería. Son zonas totalmente independientes pero que a su vez se encuentran dispuestas de tal manera que por cualquier entrada el cliente pueda acceder a cualquiera de las dos zonas. En cualquiera de las zonas se mantiene la misma decoración en cuanto a los cuadros con relación a escenas o paisajes daneses. Sin embargo la disposición de las mesas en la zona de la pastelería generan un ambiente más relacionado o similar al de una cafetería. En cuanto a la zona del restaurante las mesas son mas grandes, incluso ciertas zonas tienen mesas para diecisiete personas. En cuanto a la decoración las sillas y mesas tienen pinceladas, las cortinas son hechas con encaje, todas estas características convierten a este ambiente en un lugar femenino y tradicional, con una fuerte influencia foránea.
En la calle 13, entre la carrera séptima y octava se encuentra un establecimiento, que aunque antiguo no ha perdido popularidad y por el contrario, parece volverse cada vez más llamativo con los años. El Café Pasaje, fundado en 1936, ha sido el café emblemático del centro de Bogotá, pues aparte de saciar la sed de café de miles de estudiantes, ha albergado dentro de sus puertas a las más célebres personalidades de nuestro país. Ilustres escritores, y prestigiosos políticos han entrado y salido por sus puertas, y mientras a su alrededor se aprecia el caos de una capital urbanizada, dentro del café aun se percibe aquella placentera esencia del Bogotá antiguo.
En 1940, el café aunque recién inaugurado, contaba ya con el suficiente prestigio, para limitar su entrada a la aristocracia. Viejos y jóvenes, desde luego en traje y sombrero, se reunían en el café a discutir política y aunque había tan solo 2 partidos políticos, el repertorio conversacional se extendía hasta largas horas de la noche y ya fuesen liberales o conservadores, se compartía la misma pasión por el café. La pasión del futbol, nuestro deporte nacional, tocó también a las puertas del café, pues el 28 de febrero de 1941, por medio de un acta, se dio a luz en el café al Independiente Santafé, orgullo capitalino.


En 1945, durante la segunda guerra mundial, el Café fue cede de empedernidos liberales que discutían por horas acerca de la causa aliada, pues mientras el mundo estaba en guerra, en el Café se limitaban a hablar de ella.
En los 50, con el apogeo de la tauromaquia, era normal ver los domingos en el Café Pasaje a los toreros después de la corrida, presumiéndose unos a otros las faenas con las que se habían lucido horas antes en la también histórica Santa María.
Posteriormente, se instaló en el Café un lugar para las apuestas de caballos, luego de que el general Rojas Pinilla trajera la televisión a Colombia. Tan solo en lugares públicos se podía disfrutar de tal lujo, y el Café Pasaje no era la excepción.
Hoy por hoy, después de 69 años, el Café Pasaje sigue abriendo sus puertas a las 7 de la mañana para ofrecer a su clientela el mejor café de la capital y sobre sus mesas ya golpeadas por el tiempo se toman más de 450 cafés al día.
Bogotá es de todos y para todos
29 de octubre de 2009 Publicado por admin en 11:20 p. m. | Etiquetas: Bogotá, explorar, Helio Oiticica, Ruth Klotzel
Ubicada sobre la carrera séptima, la cafetería Florida continúa ofreciendo a sus clientes el tradicional pan y chocolate artesanal, por los que se hizo famoso hace más de 75 años. Aunque un lugar abierto y sin puerta que atravesar, la cafetería recibe calidamente a todo visitante que quiera ingresar. Nos da la bienvenida un lugar que indudablemente ha avanzado con el tiempo, pero sin embargo sigue siendo el mismo lugar tradicional de siempre. En donde el encanto de exponer fotos de la candelaria sobre la pared y de Bogotá hace unos años, hace recordar que este lugar sigue siendo el mismo.


Distante de la congestión citadina, la cafetería aísla la vibración de la ciudad y es posible sumergirse en una meditación mañanera, que no requiere propiamente de un silencio celestial, pues es posible escuchar levemente las palabras de los clientes y los ruidos producidos en la cocina, pero que sin embargo no incomodan. Si no es la posibilidad de adentrarse en una calma que permite que aquellos que visitan el lugar individualmente se puedan sumergir en las noticias del periódico, y aquellos acompañados que se entretienen en una conversación grupal son escasamente interrumpidos por lo sucedido alrededor.
